martes, 16 de junio de 2015

Catequesis Petrinas 2014, 05: La Familia es Iglesia Doméstica

"Por eso el varón... se unirá a su mujer y serán una sola carne" (Gen 2,24)

Seguimos, este año, promoviendo la unidad de nuestro pueblo y de nuestra Iglesia Parroquial. Decíamos al inicio de estas catequesis, que Iglesia significa “asamblea de convocados”. Somos los bautizados que convocados por Cristo, caminamos juntos, guiados y animados por la luz del Espíritu Santo, hacia la Casa del Padre. Asamblea de Convocados implica que estemos unidos. Esta unidad que comienza justamente en la familia.
     La familia nace de la unión en el amor de dos personas, varón y mujer, que tras descubrirse el uno para el otro, se ofrecen y se dan mutuamente en el amor. Dirá Dios en el principio: “por eso el varón se unirá a su mujer y serán una sola carne”: Una sola realidad en el amor. De este amor, surge la familia y es el principio fundamental de su unidad.
     El esposo y la esposa, reflejan (o deben reflejar) justamente el amor que existe y sale de Dios por la humanidad, y en concreto por su Iglesia. Por eso afirmamos que la Iglesia, más que una mera institución humana, bastante defectuosa por lo mismo, es y será siempre Esposa de Cristo. Y Cristo, a pesar de las infidelidades de su Iglesia, la sigue amando, cuidando y protegiendo.
     Así, papá y mamá, reflejando ese mismo amor se aman, se cuidan y protegen mutuamente. Y a partir de esta realidad, lo hacen también con sus hijos e hijas… es decir… juntos hacen Iglesia. La primera Iglesia, la Iglesia de Casa, la Iglesia Doméstica. La primera vez que Dios se reveló lo hizo como “Dios de nuestros Padres”.
     La familia es entonces, Iglesia Doméstica. La Iglesia, buscando la unidad y conservando en toda su pureza el mensaje de Cristo, nuestro Señor, tiene una jerarquía con funciones muy específicas y necesarias, justamente para procurar la unidad: Santificar, enseñar y regir: para esto están los diáconos y los presbíteros, y esencialmente los obispos y el Papa, todos en comunión. No es una democracia, porque la fe no es cuestión de opinión, ni de decisiones populistas.
     En la familia, se da una relación similar. Papá y mamá cumplen y deben cumplir con fidelidad estas mismas funciones en casa: santificarse mutuamente y santificar a los hijos (¡por eso el matrimonio!), enseñarse mutuamente y enseñar a los hijos, educar, transmitir de generación en generación la sabiduría de la humanidad, en especial, educar en la fe, con pureza y fidelidad. Y los padres también tienen la función de regir, es decir, servirse mutuamente y servir a los hijos gobernándolos con prudencia, santidad y sabiduría. Mandar sobre los hijos no es cuestión de poder, de someter al otro por ser inferior, sino que significa guiar, animar, aconsejar, dirigir por amor y a través del amor para conducir y acompañar a la familia entera a la felicidad.
     Papá y mamá no son ni pueden ser “amigos” de los hijos, justamente por las funciones que Dios les ha concedido. Y los hijos, en virtud del amor y del respeto, deben someterse a la autoridad de sus padres, quienes en la búsqueda de su felicidad, les comparten y transmiten, en el amor, su experiencia de vida, para enriquecer la propia de los hijos.
     Así, en esta organización santificada por su origen divino, y con sus deficiencias y dificultades, por su carácter humano, la familia es promotora de la fe; los padres la transmiten, enseñan a los hijos las primeras oraciones, les enseñan también a amar a Dios y a sentirse amados por Dios… y construyen juntos el Reino de los Cielos.
     Oremos a Dios por nuestra familia, para que imitando el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret, y por intercesión de San Pedro, procuremos ser verdadero hogar, Iglesia Particular que, amándose entre sí y aprendiendo juntos a amar a Dios, edifique en santidad, justicia y en espíritu el Reino de Dios en la Tierra…

Catequesis Petrinas, 2ª Parte
Comunión: Familia, Comunidad, Iglesia
Locum Invenire Locum Meum in Caelo
Alfonso Maya Trejo, junio de 2014


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