jueves, 25 de junio de 2015

Catequesis Petrinas 2015, 06. “Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo” (Hch 5,27-32)

Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo” (Hch 5,27-32)



Obedecer a Dios antes que a los hombres

Desde la Realidad

Una realidad más: Le creemos y obedecemos a todos los “importantes, famosos o influyentes” pero a Dios, no le creemos…

     Creemos los chismes de las y los vecinos; pero al que es víctima del chisme, no, a él no le creemos. Creemos las excusas de nuestros hijos cuando bajan calificaciones; pero al profesor, que te dice que tu hijo no ha asistido a clases, o que no ha entregado tareas, no, a él no le crees.

     Le crees al partido político que te regala las despensas; pero al que realmente trabaja por el bien de la comunidad (si es que alguno realmente lo hiciera), no, a él no. Le crees a las telenovelas, sobre todo cuando se trata de bodas en la playa; pero a la secretaria parroquial que te dice que eso no se puede, no, a ella no.

     Crees que los “héroes” que nos dieron patria son seres casi-perfectos, semi-dioses, le crees a la historia corrupta y manipulada de los libros de texto oficiales; pero a los verdaderos historiadores, los que luchan porque México tenga una historia verdadera, no, a ellos no les crees.

     Crees los comentarios de abusivos, ignorantes y sin fundamento de reporteros sin la menor ética como López Dóriga, o Adela Micha, u otros, y los escándalos pre-construidos e insolentes de Laura “de América”; pero a los expertos, que se queman las pestañas durante años, y años de estudio, investigación y práctica, no, a ellos no les crees.

     Crees los promocionales y la información absurda de muchos medios de comunicación, internet, Facebook y Twitter, especialmente cuando de escándalos eclesiales se trata, o información sobre aborto y eutanasia; pero a la Iglesia, a los curas, ministros y agentes de pastoral que se forman y preparan para la misión, no, a ellos no.

     Confías y crees en supersticiones, tradiciones caducas y sin sentido, en brujería y charlatanería que sólo te saca dinero y te priva de tu dignidad, y ¡hasta crees en marcianos y extraterrestres!; pero a Dios, que te ama, que siempre cumple sus promesas, que da sin medida y gratuitamente, que entregó a su propio Hijo para nuestra salvación, no… a Él no le crees…

     Realmente, ¿Crees en algo?, o ¿sólo vives de ilusiones y falsedades? O, de plano, ¿sólo vives por vivir?

Proclamación de la Palabra

Escuchen hermanos la lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles:
27 Una vez conducidos [Pedro y los demás apóstoles], les hicieron comparecer ante el Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó, 28 diciendo: « ¿No les habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, han llenado Jerusalén con su enseñanza y quieren hacernos responsables de la sangre de ese hombre».
29 Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. 30 El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes mataron, colgándolo de un madero. 31 Dios lo ha exaltado con su derecha, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. 32 Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen».

Reflexionemos

     “Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo”. La frase bíblica que hoy nos motiva y nos llama a una fe más limpia, mucho más pura. Una fe basada en el amor, sí, pero también en la confianza: la confianza es un abandonarse en las manos del otro, que en este caso es Dios mismo.

     Te he preguntado si le crees a Dios. Porque ahí está el centro de este asunto. Cómo puedo hablar de que soy cristiano, que tengo fe en Dios si no le creo ni a Él ni a su Institución, la Iglesia, o a sus ministros ordenados (diáconos, presbíteros, obispos).

     Sí, es cierto que tanto la Iglesia, como institución y sus ministros son humanos, sí. Pero, la Iglesia por fundamento es divina y humana. No olvidemos que, de una u otra forma, muchas veces misteriosamente, Dios va guiando, a través del Espíritu Santo, los caminos de la Iglesia. En cuanto a sus ministros, así lo creemos, ellos también reciben la llamada “gracia de estado”. Humanos sí, pecadores también, pero ahí justamente se manifiesta el poder de Dios, en que actúa a pesar de la debilidad y las deficiencias humanas: “Dios escribe derecho en renglones chuecos”, dice la sabiduría popular, y con mucha razón.

     Por eso, si verdaderamente crees en Dios, si verdaderamente tienes fe, entonces habrá en ti una actitud de docilidad y obediencia. Lo que no significa que aceptes automáticamente toda instrucción eclesial o ministerial, así sin más, como si no pensaras; no, se trata de que haciendo buen uso de tu inteligencia, aceptes de buen grado, amando, lo que Dios te pide a través de su Iglesia inspirada por el Espíritu Santo, siguiendo las enseñanzas y testimonios de Cristo Jesús, nuestro Señor y redentor. Y entonces, sólo entonces, podrás elegir con verdadera libertad el amor.

     Decir: “Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres” no es un desconfiar de la sabiduría y capacidad humana, sino un someterla en la libertad a la voluntad divina. Lo cierto es que ninguna ley, ninguna norma, ninguna acción puede ser contraria a la voluntad de Dios; si lo es, entonces no viene de Dios.

     ¿Cómo aprender a confiar en Dios? ¿Cómo obedecerlo a Él antes que a los hombres?

Catequesis Petrinas, 2015
San Pedro y el Espíritu Santo
Mihi Invenire Locum Meum in Caelo
Alfonso Maya Trejo, junio de 2015

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