sábado, 20 de junio de 2015

Catequesis Petrinas 2015, 01: “Eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre” (Mt 16,13-20)

"...Eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre..." (Mt 16,17)

Confesión de fe

Desde la Realidad

Este año, una vez más, como cada año, celebraremos juntos nuestra Fiesta Patronal. Seguramente los Delegados-Mayordomos ya estarán preparando los pormenores: La feria, las actividades culturales y deportivas, la procesión, el adorno del templo, etc. Y seguramente muchos habitantes de nuestro pueblo y comunidad estarán ansiosos de festejar, otro año más, esta festividad.

     ¡Qué bien! Pero…

     Hace dos años, durante nuestro novenario, reflexionamos sobre la vida y obra de nuestro santo patrono, San Pedro Apóstol, con la intención de conocerlo un poco más. Luego, hace un año volvimos a reflexionar, junto con San Pedro, sobre lo que implica ser Comunidad de fe y de vida.

     Supongo que muchos no han de recordar mucho de lo que meditamos en aquellas ocasiones. A lo mejor, ni asistieron al novenario o, probablemente sí asistieron pero más por convivir con los vecinos y amigos que por tener un encuentro sencillo con Dios por intercesión de San Pedro. Vale, no importa, Dios, en su infinito amor, siempre nos da nuevas oportunidades para nuestra conversión, y para vivir cada día mejor lo que Él quiere de nosotros: nuestra felicidad.

     Por eso, muchos decimos que creemos, que somos cristianos-católicos, que vamos a la Iglesia, que oímos Misa y rezamos rosarios cada vez que un familiar fallece. Pero, ¿realmente conocemos nuestra fe y su fundamento? ¿En qué creemos entonces? O, acaso ¿seguimos fomentando una fe de tradiciones y muy superficial, cómoda y muchas veces incoherente? A lo mejor sólo la reducimos a ser muy devotos de San Pedrito y sus llaves, y claro, de la Virgencita de Guadalupe, reducida a un “Cuídame, plis”…

     Ante esta realidad que muchos cristianos vivimos… ¿Qué podemos hacer? ¿Qué actitudes serían las más correctas y válidas? ¿Es posible purificar nuestra fe en Dios y en sus grandes Misterios?

Proclamación de la Palabra

Escuchen hermanos la lectura del santo Evangelio según San Mateo:
13 Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». 14 Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». 15 Él les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». 16 Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
17 Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18 Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. 19 Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
20 Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

Reflexionemos

     Es cierto, “esto no nos ha sido revelado ni por la carne ni por la sangre”, es decir, esto no es una mera tradición o invento humano. Así de simple es profesar nuestra fe, admitirla: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”…

     Así de simple, pero también, una afirmación tan compleja, porque no es sólo de palabra, sino que requiere una experiencia de vida.

     ¿Cuál es tu experiencia de Dios? San Pedro, evidentemente, vivió con Jesucristo al menos unos tres años. Escuchó sus enseñanzas, lo vio curar enfermos y expulsar demonios, fue testigo de sus hechos y dichos… lo miró a los ojos, escuchó su voz, lo pudo tocar, convivir y comer con Él. Alguna vez hasta lo “discutió” con Él. Muchas veces no logró comprender la verdadera dimensión y la profundidad de las enseñanzas de Jesús. ¡Y eso que vivió con Él!

     Nosotros, a dos mil años del acontecimiento llamado Cristo; nosotros que ni lo hemos visto, ni hemos convivido ni compartido nuestras vidas con Él, ¡qué duro y difícil la tenemos! Porque sólo nos ha llegado a nosotros su Palabra puesta por escrito por aquéllos que vivieron con Él o por aquéllos que, al menos, convivieron con quienes le conocieron en vida.

     Pero, ¿sabes? Sí que lo hemos visto y sí que hemos convivido con Él. Cada día, en el encuentro fraternal entre nosotros, en la oración, en la Santa Misa, en el momento de comulgar su Cuerpo y su Sangre… ¿Te has dado cuenta? Pues, si dejas al Espíritu Santo actuar sobre ti, e inspirarte este gozo de experiencia, podrás darte cuenta.

     Profesar nuestra fe, como lo hizo un día san Pedro, no es sólo maravillarnos por milagros pasajeros, ni sólo rezar de “dientes pa’ fuera” Padrenuestros y Avemarías, o sólo oír Misa entera los domingos. No. Profesar nuestra fe es experienciar la Vida en Cristo. Saber que Cristo es verdad, es realidad, está aquí y ahora entre nosotros… profesar nuestra fe es tener un profundo y amoroso encuentro con Jesús, el Mesías, el Hijo del Dios vivo”…

     ¿Cómo hacerle? ¿Cómo renovar nuestra fe, sí, guiados por San Pedro y Santa María Virgen? ¿Cuáles han de ser nuestras actitudes diarias que renueven nuestra fe para poder dar testimonio del amor de Dios?

Catequesis Petrinas, 2015
San Pedro y el Espíritu Santo
Mihi Invenire Locum Meum in Caelo
Alfonso Maya Trejo, junio de 2015


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ánimo, un buen comentario hará que este blog crezca en calidad...